BLAS DE LEZO

Introducción

La historia de España está repleta de figuras heroicas que, a pesar de sus hazañas, han sido injustamente relegadas al olvido. Entre ellas destaca con fuerza la del almirante Blas de Lezo y Olavarrieta, un marino vasco cuya vida encarna el valor, la inteligencia estratégica y el sentido del deber hasta sus últimas consecuencias. Conocido como “el medio hombre” por las graves heridas que sufrió en combate —pierna amputada, brazo inutilizado y un ojo perdido—, Blas de Lezo se convirtió en leyenda por su papel decisivo en la defensa de Cartagena de Indias en 1741, una de las mayores gestas militares del siglo XVIII.

Enfrentándose a una de las flotas más poderosas jamás reunidas por el Imperio Británico, Blas de Lezo, con muy inferiores recursos, lideró la defensa de la ciudad y logró una victoria que no solo salvó el virreinato de Nueva Granada, sino que también alteró el equilibrio geopolítico del momento, frenando el avance británico en América y consolidando el poderío naval español.

Este documento analiza desde múltiples ángulos la figura de Blas de Lezo: comenzando por las claves tácticas que hicieron posible la victoria de Cartagena, su impacto en la historia naval española, y la forma en que su legado ha sido tratado —o ignorado— por la historiografía. También se comparará su genio militar con el de otros comandantes navales contemporáneos, se reflexionará sobre su célebre lema “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra”, y se estudiarán las consecuencias internacionales de la derrota británica.

A través de este recorrido, rendiremos homenaje a un personaje que representa la esencia del coraje estratégico y la fidelidad a la patria, y cuyo nombre merece figurar entre los grandes líderes militares de la historia universal.

1. Estrategia militar en la defensa de Cartagena de Indias

¿Cuáles fueron las tácticas clave que empleó Blas de Lezo para resistir el asedio británico de 1741? ¿Por qué se considera una de las mayores gestas en la historia naval española?

La defensa de Cartagena de Indias en 1741 es considerada una de las hazañas más extraordinarias de la historia naval, no solo por el desenlace, sino por las circunstancias extremas en las que fue conseguida. Blas de Lezo, al mando de una guarnición muy inferior en número y medios, se enfrentó a la mayor flota que jamás había cruzado el Atlántico hasta entonces: más de 180 buques británicos, alrededor de 27.000 hombres entre soldados y marinos, y más de 3.000 cañones. Frente a ellos, Blas de Lezo contaba con apenas 6 barcos, 3.600 hombres y unos 600 artilleros.

La clave del éxito de Lezo estuvo en su inteligencia táctica, conocimiento del terreno, uso magistral de la defensa escalonada y su capacidad para resistir bajo presión extrema. Su estrategia se basó en desgastar al enemigo, aprovechar al máximo las fortificaciones de la ciudad, y transformar cada punto defensivo en una trampa mortal para las tropas británicas.

Entre sus principales tácticas destacaron:

  • Fortalecimiento anticipado de los bastiones: Blas de Lezo reforzó los fuertes clave como San Luis de Bocachica y el castillo de San Felipe de Barajas, convirtiéndolos en auténticos muros de contención. Anticipó el ataque principal y concentró recursos en las posiciones más vulnerables.
  • Defensa en profundidad: No trató de detener al enemigo en un solo punto, sino que diseñó una defensa escalonada. Permitió retiradas tácticas para atraer a los británicos tierra adentro, hacia zonas controladas, donde sufrirían más bajas.
  • Uso del entorno a su favor: Conocía las corrientes, los bancos de arena y los canales naturales de la bahía, lo que le permitió dificultar el desembarco enemigo. Además, obstruyó el acceso a la ciudad hundiendo barcos para bloquear el paso.
  • Guerra psicológica y desinformación: Durante el asedio, se difundieron rumores de refuerzos españoles que nunca llegaron. También se minimizó la magnitud de los daños sufridos por las defensas para mantener alta la moral de los defensores.
  • Resistencia física y moral: La determinación de Blas de Lezo fue clave. A pesar de sus propias limitaciones físicas —había perdido una pierna, un ojo y la movilidad de un brazo—, dirigía la defensa personalmente, reforzando la moral de sus hombres.

La batalla culminó cuando los británicos intentaron tomar el castillo de San Felipe de Barajas en un asalto frontal. Allí fueron recibidos por una defensa implacable que causó miles de bajas y obligó al enemigo a retirarse. La retirada británica fue tan humillante que se intentó borrar todo rastro del fracaso: el Parlamento de Londres prohibió hablar de la derrota, y en los anales británicos se la omitió deliberadamente durante décadas.

Para España, la victoria fue un punto de inflexión: no solo se evitó la pérdida de una posición estratégica clave en el Caribe, sino que se preservó la integridad del virreinato de Nueva Granada y el control español sobre las rutas atlánticas.

En definitiva, Blas de Lezo demostró que la astucia estratégica, la preparación técnica y la moral de resistencia podían imponerse incluso ante fuerzas abrumadoramente superiores. Su defensa de Cartagena de Indias no solo fue una gesta militar, sino una lección eterna de cómo el liderazgo, la preparación y la convicción pueden cambiar el curso de la historia.

2. El impacto de Blas de Lezo en la historia naval
¿Cómo influyó su liderazgo en la Marina española? ¿Qué enseñanzas dejó para futuras generaciones de estrategas militares?

Blas de Lezo es uno de los más brillantes estrategas navales de la historia de España, y aunque su figura fue silenciada durante años, su legado sigue siendo un modelo de excelencia militar, liderazgo personal y visión estratégica. Su influencia en la historia naval va más allá de su victoria en Cartagena de Indias: representa la encarnación de valores fundamentales en el arte de la guerra marítima, desde la resiliencia hasta la anticipación táctica.

Su liderazgo en combate fue una de sus cualidades más admiradas. A diferencia de muchos comandantes de la época, Blas de Lezo no dirigía desde la retaguardia. Estuvo presente en primera línea incluso después de haber quedado gravemente mutilado en anteriores batallas: perdió una pierna en la Guerra de Sucesión Española, un ojo en el sitio de Tolón, y un brazo en la defensa de Barcelona. Su cuerpo era testimonio viviente del sacrificio, y eso generaba una autoridad moral incuestionable ante sus hombres.

En cuanto a su legado técnico, la defensa escalonada, el uso del entorno como arma defensiva y la economía del esfuerzo son hoy principios reconocidos en las academias militares como elementos clave en la estrategia defensiva. Blas de Lezo supo transformar las debilidades en fortalezas: convirtió una ciudad sitiada, con recursos limitados, en una trampa letal para una flota infinitamente superior.

Además, su experiencia previa como comandante en los océanos Atlántico, Mediterráneo y Pacífico, le proporcionó una visión global de la guerra naval. No solo conocía las tácticas navales del enemigo, sino que entendía la logística, los efectos del clima, la enfermedad y la moral como factores igual de decisivos que los cañones o los barcos.

Para la Marina española, la figura de Blas de Lezo representa un ideal: la combinación de valentía y sabiduría táctica, de disciplina y humanidad, de voluntad y previsión. Aunque en su época fue parcialmente ignorado por razones políticas —en parte por celos, en parte por la vergüenza británica al reconocer su derrota—, hoy es reivindicado como un pilar de la tradición naval española.

Sus enseñanzas para futuras generaciones son claras:

  • Que el conocimiento del terreno y del adversario puede compensar la inferioridad numérica.
  • Que el liderazgo auténtico se gana con el ejemplo y la entrega, no con títulos ni privilegios.
  • Que el honor y la convicción estratégica pueden inclinar la balanza incluso en escenarios imposibles.
  • Que una defensa bien planteada puede ser tan decisiva como un ataque exitoso.

En resumen, Blas de Lezo dejó a la Marina española una herencia de valor técnico, moral y humano que trasciende su tiempo. Es un modelo que sigue inspirando a marinos, historiadores y estrategas militares, no solo en España, sino en todo el mundo.

3. Su legado en la memoria histórica
¿Por qué su figura no ha sido tan reconocida como la de otros grandes héroes militares? ¿Cómo ha evolucionado su imagen en la historiografía moderna?

A pesar de haber protagonizado una de las victorias más impresionantes de la historia naval, la figura de Blas de Lezo fue durante mucho tiempo ignorada o minimizada en la memoria oficial española, y prácticamente borrada de los registros internacionales. Esta paradoja ha hecho de su caso un ejemplo claro de cómo los intereses políticos, las rivalidades personales y los contextos históricos pueden silenciar a los grandes héroes.

Uno de los principales factores del olvido fue el silencio impuesto por el Reino Unido tras la humillante derrota sufrida en Cartagena de Indias. La campaña liderada por el almirante Edward Vernon debía ser una exhibición de fuerza del Imperio británico, que incluso llegó a acuñar monedas celebrando una victoria anticipada. Sin embargo, al ser derrotados de forma tan rotunda por una fuerza muy inferior, el Parlamento británico decidió prohibir hablar del desastre, y durante más de un siglo esta batalla fue omitida de los libros de historia ingleses.

Por otro lado, dentro de la propia España, Blas de Lezo sufrió la indiferencia de la corte de Felipe V y la enemistad política del virrey Sebastián de Eslava, con quien mantuvo fuertes tensiones durante el asedio. Tras la victoria, los informes oficiales fueron manipulados, atribuyendo el mérito exclusivamente al virrey. Blas de Lezo murió poco después, probablemente a causa de heridas y enfermedades derivadas del sitio, y su figura fue rápidamente eclipsada por conveniencia política.

Durante los siglos XIX y XX, la historia oficial española —muy centrada en la pérdida del imperio y en la crisis del 98— se enfocó en otras figuras más alineadas con los discursos nacionalistas o regeneracionistas. La Marina tampoco hizo de Lezo una figura destacada, en parte porque su gesta no encajaba con el relato de decadencia imperial que predominaba en el imaginario colectivo.

No fue hasta finales del siglo XX y principios del XXI cuando su figura comenzó a ser recuperada con fuerza. Investigadores, militares, divulgadores y ciudadanos comenzaron a redescubrir su historia, y a exigir un reconocimiento acorde a la magnitud de sus logros. En 2014, se erigió una estatua suya en Madrid, frente al Museo Naval, y hoy se le considera uno de los grandes héroes nacionales.

En la historiografía moderna, Blas de Lezo ha sido reivindicado como un estratega excepcional, un ejemplo de resiliencia personal y un símbolo del honor militar. Diversos estudios destacan que su victoria en Cartagena de Indias tuvo un impacto decisivo en la geopolítica del siglo XVIII, y que su olvido responde más a circunstancias políticas que a una falta de mérito histórico.

En redes sociales, publicaciones y documentales, su figura ha resurgido con fuerza como modelo de superación, inteligencia y patriotismo sin grandilocuencia. Para muchos, representa lo mejor de la historia militar española: entrega, lealtad, y una brillantez táctica sin alardes.

En resumen, el legado de Blas de Lezo fue silenciado, pero no borrado. Su figura, una vez oculta por la política y el orgullo ajeno, está siendo justamente rescatada y devuelta al lugar que merece: entre los más grandes estrategas y defensores de la soberanía de la historia universal.

4. Blas de Lezo frente a otros comandantes navales de su tiempo
¿Cómo se compara su ingenio y capacidad estratégica con otros almirantes de la época? ¿Se puede considerar superior a sus contemporáneos en términos de liderazgo y táctica?

En el siglo XVIII, el dominio de los mares era una cuestión vital para las potencias europeas, y las figuras navales gozaban de enorme prestigio. En este contexto, Blas de Lezo no solo se destacó por sus victorias, sino por la singularidad de sus estrategias y su capacidad de liderazgo bajo condiciones extremas. Comparado con otros grandes comandantes de su tiempo, como Edward Vernon, George Anson o incluso François de Grasse, la figura de Blas de Lezo sobresale por su eficiencia con recursos limitados y su excepcional resistencia frente a fuerzas superiores.

El caso más directo de comparación es precisamente el almirante británico Edward Vernon, comandante de la inmensa flota que atacó Cartagena de Indias. Vernon era un marino experimentado, con una amplia carrera en el Caribe, y había logrado importantes victorias en Jamaica y Portobelo. Sin embargo, frente a Lezo demostró una dependencia excesiva de la superioridad numérica y un enfoque táctico rígido. Blas de Lezo, en cambio, aplicó una defensa dinámica, basada en la adaptabilidad, el conocimiento profundo del terreno y una administración impecable de los recursos disponibles.

Si comparamos a Blas de Lezo con George Anson, también británico y conocido por su vuelta al mundo y ataques a enclaves españoles en el Pacífico, encontramos otro contraste: Anson destacaba por sus campañas ofensivas de largo alcance y su habilidad para sostener operaciones prolongadas, pero no enfrentó desafíos de defensa desesperada como los que Lezo resolvió en Cartagena.

Frente a François de Grasse, comandante francés que apoyó a Estados Unidos durante la guerra de independencia y derrotó a la flota británica en la Batalla de Chesapeake (1781), la comparación también es instructiva. De Grasse actuó con una flota moderna y bien organizada, en una ofensiva respaldada por aliados. Blas de Lezo, por su parte, defendió una plaza aislada, con escasos medios, sin refuerzos y ante un enemigo que multiplicaba por seis sus fuerzas. El desequilibrio de medios y el resultado obtenido colocan a Blas de Lezo en una categoría única.

A nivel estratégico, Blas de Lezo demostró una comprensión profunda de todos los aspectos del conflicto: la guerra psicológica, la manipulación del terreno, la moral de las tropas, y el desgaste del enemigo. No solo pensó como un marino, sino también como un ingeniero militar, político y psicólogo. Esta multidimensionalidad lo convierte en una figura especialmente adelantada a su tiempo.

En términos de liderazgo, pocos almirantes han comandado con una autoridad tan sólida construida a través del ejemplo personal. A pesar de estar gravemente herido —mutilado, parcialmente ciego y cojo—, Blas de Lezo se mantuvo al frente, supervisando en persona las defensas, sin delegar la responsabilidad crítica de la batalla. Esa presencia inspiró una moral inquebrantable entre sus hombres, a diferencia de otros comandantes que preferían dirigir desde la retaguardia.

En conclusión, Blas de Lezo no solo fue comparable a los grandes almirantes de su tiempo, sino que en muchos aspectos fue superior, especialmente por su capacidad de resistir, adaptarse y vencer en condiciones extremas. Si no goza de la misma fama internacional, no es por inferioridad histórica, sino por los silencios que rodearon su gesta. Su genio táctico y su liderazgo inspirador lo sitúan como una de las mentes militares más brillantes del siglo XVIII.

 

5. El significado de su lema "Más vale honra sin barcos que barcos sin honra"
¿Cómo refleja esta frase su filosofía militar y su concepción del honor? ¿Se puede aplicar este principio a otros ámbitos fuera del contexto naval?

La frase “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra” condensa en pocas palabras la esencia del pensamiento de Blas de Lezo: una filosofía de vida y de mando en la que la integridad, la dignidad y la lealtad a los principios están por encima de los medios materiales o del resultado inmediato. Este lema, que se ha convertido en una de las citas más emblemáticas de la historia militar española, no fue una simple declaración retórica, sino una verdad vivida por el propio almirante en carne y alma.

Blas de Lezo defendió Cartagena de Indias con una flota prácticamente inexistente, sin apenas refuerzos y con una guarnición agotada. Aun así, no cedió al enemigo ni se rindió cuando toda lógica bélica parecía apuntar a una derrota inevitable. Su resistencia se sostuvo sobre la base de una convicción inquebrantable: que la pérdida de los barcos, las fortalezas o incluso la vida no tenía valor si se conservaba el honor, entendido como fidelidad al deber, al compromiso con la patria y al respeto por uno mismo.

En esta frase, el “honor” no se refiere a una idea abstracta ni a una noción vacía de orgullo. Es un valor profundamente práctico, vinculado a la responsabilidad, la coherencia y la entrega sin condiciones. Para Blas de Lezo, rendirse ante un enemigo más fuerte sin luchar hasta el límite era perder el alma, aunque se conservara la apariencia externa del poder militar.

El mensaje de este lema trasciende el ámbito naval y puede aplicarse con plena vigencia a múltiples esferas de la vida:

  • En la vida personal, implica actuar con integridad, aun cuando suponga pérdidas materiales o incomprensión. Es una invitación a no vender los principios por conveniencia.
  • En la vida política, exige mantener la coherencia ética por encima del oportunismo, incluso cuando ello cueste apoyos o poder.
  • En el liderazgo empresarial o institucional, sugiere que una organización sólida se construye sobre la verdad, el respeto y el compromiso, más que sobre los números o el éxito superficial.
  • Incluso en los conflictos cotidianos, esta frase recuerda que la forma de luchar y los valores que se defienden importan más que el resultado inmediato.

El legado moral de Blas de Lezo, expresado en esta sentencia, es un antídoto contra el pragmatismo vacío, el cinismo y la rendición interior. Representa una forma de entender la vida en la que lo esencial no está en lo que se posee, sino en cómo se actúa ante la adversidad.

En resumen, “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra” es mucho más que una máxima militar: es una declaración de principios, un compromiso con la verdad y una guía de conducta para tiempos difíciles. En un mundo donde a menudo se valora más el resultado que la rectitud, la figura de Blas de Lezo nos recuerda que la dignidad es el último bastión que jamás debe perderse.

6. Las consecuencias del asedio de Cartagena de Indias
¿Cómo afectó la derrota británica a las relaciones internacionales de la época? ¿Tuvo impacto en el equilibrio de poder entre España y otras potencias europeas?

La victoria de Blas de Lezo en Cartagena de Indias en 1741 no solo fue una gesta militar, sino un hecho con importantes consecuencias geopolíticas. La aplastante derrota sufrida por el Imperio británico, que había movilizado una de las flotas más grandes de la historia hasta ese momento, marcó un punto de inflexión en la pugna por el control del Caribe y del comercio interoceánico, y alteró temporalmente el equilibrio de poder entre España y otras potencias europeas.

Desde el punto de vista británico, el fracaso fue un desastre de proporciones monumentales. La campaña, planeada como una victoria segura, debía consolidar el dominio británico en América, tomar Cartagena —la joya defensiva del virreinato español en el Caribe—, y abrir el paso para conquistar otras posesiones españolas. La derrota no solo truncó esa ambición, sino que provocó una crisis de confianza en el liderazgo británico. El almirante Vernon, que había sido aclamado antes de la campaña, cayó en descrédito, y el Parlamento británico decidió silenciar lo ocurrido. Incluso se llegó a retirar una serie de medallas que celebraban prematuramente una victoria que jamás ocurrió.

Para España, la victoria supuso un reafirmación momentánea del control sobre su imperio ultramarino. Aunque el poder español estaba en claro retroceso en Europa, y aunque el siglo XVIII sería testigo de otras pérdidas coloniales, Cartagena demostró que la monarquía borbónica aún era capaz de defender sus intereses con determinación y eficacia. Esta resistencia sirvió de aviso para otras potencias europeas, mostrando que el sistema defensivo colonial español —aunque deteriorado— aún podía ofrecer una resistencia formidable.

En términos diplomáticos, el resultado fortaleció temporalmente la posición negociadora de España en el contexto de la Guerra del Asiento y, poco después, en la Guerra de Sucesión Austriaca. La defensa de Cartagena ayudó a evitar un efecto dominó en otras posesiones americanas, consolidando territorios clave como Cuba, Puerto Rico y Venezuela.

La derrota británica también tuvo repercusiones sobre el futuro de la presencia británica en América Latina. Al no lograr establecer un enclave fuerte en el Caribe hispano, Gran Bretaña reorientó progresivamente su interés hacia otras regiones, como la India, África y el comercio en el Pacífico. En este sentido, el fracaso en Cartagena retrasó el avance británico en Hispanoamérica y contribuyó a prolongar la hegemonía española en la región.

A nivel interno, la victoria no fue bien aprovechada por la administración española. El enfrentamiento entre Blas de Lezo y el virrey Eslava, junto con las rivalidades políticas en la corte de Felipe V, impidieron que se reconociera debidamente la magnitud del triunfo. No hubo una gran propaganda del éxito, y la figura de Lezo cayó en el olvido. Sin embargo, a nivel militar, la defensa de Cartagena se estudió durante décadas como un ejemplo de fortificación, resistencia táctica y guerra asimétrica exitosa.

En resumen, el asedio de Cartagena de Indias cambió el rumbo de la Guerra del Asiento y frenó la expansión británica en el Caribe. Supuso un alivio estratégico para España, un revés diplomático para Inglaterra y una victoria cuya trascendencia histórica —a pesar de haber sido silenciada— ayudó a mantener por unas décadas más el equilibrio imperial en el Atlántico occidental.

Conclusión

La figura del almirante Blas de Lezo es, sin duda, una de las más notables y admirables de la historia militar española. Su papel en la defensa de Cartagena de Indias no solo fue una proeza táctica y estratégica, sino también una lección de coraje, liderazgo y fidelidad al deber. Con un cuerpo maltrecho por las guerras, recursos escasos y una fuerza enemiga descomunal, logró defender una plaza clave del imperio español y causar una de las derrotas más humillantes del Reino Unido en todo su pasado imperial.

Más allá de la gesta militar, su legado trasciende los campos de batalla. Blas de Lezo representa el valor del honor por encima del éxito fácil, la inteligencia al servicio de la justicia y la resistencia como forma de grandeza. Su célebre lema, “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra”, no es solo una frase de guerra, sino una filosofía de vida que hoy, siglos después, sigue resonando como un símbolo de integridad en tiempos de crisis.

Silenciado por conveniencia política y por la vergüenza de sus enemigos, su historia quedó oculta durante décadas, pero ha resurgido con fuerza en tiempos recientes como ejemplo de lo que significa liderar con coraje y convicción. La historiografía moderna ha empezado a reparar esa injusticia, devolviendo a Blas de Lezo el lugar que merece entre los grandes estrategas de todos los tiempos.

Hoy, recordar a Blas de Lezo es también un acto de justicia histórica: es reconocer que hay victorias silenciosas más valiosas que los triunfos ruidosos, que la firmeza en la adversidad es la forma más alta de poder, y que algunos nombres, por mucho que se intenten borrar, acaban grabados en la memoria de los pueblos por la fuerza de sus actos.

 

 


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