LA
CIUDAD SUBMARINA DE YONAGUNI EN JAPÓN
PARTE
II
Hallazgos
recientes y descubrimientos relevantes
A través de
estas expediciones modernas, nuestro conocimiento sobre Yonaguni ha crecido,
aunque el debate sobre su origen (natural vs. artificial) continúa. Algunos de
los descubrimientos y resultados más relevantes de los últimos años son:
- Mapeo completo de la estructura: Por primera vez se ha logrado un modelo
3D integral de las ruinas submarinas. En una expedición reciente, un
robot escáner cubrió un área de ~60 por 300 metros en torno al monumento,
generando la primera recreación tridimensional a gran escala de todo el
terreno submarino de Yonaguni (Exploring
the Uncharted Seafloors - Underwater 3D Scanning Robot
"MURAKUMO"|WORLD
SCAN PROJECT 公式note). Este modelo digital
de alta resolución permite apreciar la arquitectura del conjunto: una gran
formación rectangular principal con aparentes terrazas escalonadas,
rodeada de otras estructuras angulosas menores. Gracias a la cartografía
batimétrica multihaz combinada con fotogrametría, hoy se sabe que el
monumento no está aislado, sino conectado por plataformas y “caminos”
rocosos a otras formaciones, todo probablemente esculpido por los mismos
procesos geológicos. El levantamiento digital de Yonaguni no solo es un
hito local, sino que fue en su momento uno de los mayores mapeos
subacuáticos realizados con drones en el mundo, demostrando el potencial
de esta tecnología para documentar sitios extensos (Exploring
the Uncharted Seafloors - Underwater 3D Scanning Robot
"MURAKUMO"|WORLD
SCAN PROJECT 公式note). Con el modelo 3D,
los científicos pueden analizar virtualmente cada rincón: se identificaron
zonas antes poco visibles, como un gran bloque desprendido al pie de la
estructura principal y varias grietas profundas que podrían corresponder a
fallas geológicas.
- Características geológicas del
monumento: Los
estudios geológicos recientes han aportado evidencia de que las
formaciones de Yonaguni son producto de procesos naturales. El análisis de
la roca muestra que es arenisca y lutita estratificada (del
Mioceno, perteneciente al Grupo Yaeyama), materiales que tienden a
fracturarse en planos horizontales y verticales. Geólogos señalan que las
impresionantes aristas rectas y superficies planas encajan con patrones de
erosión selectiva y rotura por las líneas de estratificación de la
arenisca (El
misterio de Yonaguni: los científicos debaten si hay una Atlántida bajo el
mar de Japón - Infobae). Observaciones subacuáticas detalladas revelan
rasgos típicos de erosión marina: plataformas abrasivas, canales tallados
por corrientes, oquedades (potholes) circulares y bloques redondeados por
el oleaje (HGM03-09).
Un hallazgo notable es la presencia, en ciertos niveles, de superficies
pulidas con pequeñas cuencas que sugieren erosión por oleaje en
periodos en que el nivel del mar era más bajo, así como depósitos de
cantos rodados acumulados en una depresión a ~31 m de profundidad que
indican que las corrientes pueden mover rocas pesadas incluso a esas cotas
(HGM03-09).
Todos estos indicios apoyan la interpretación de que la estructura se
formó por procesos naturales: la combinación de levantamientos tectónicos
(Yonaguni está en zona de fallas activas) que expusieron los estratos en
escarpes, junto con la erosión marina que fue “esculpiendo” las
formas escalonadas a lo largo de milenios. En síntesis, la geología de
Yonaguni actualmente entendida explica muchas de las aparentes
“anomalías” como resultado de fenómenos conocidos, reduciendo la necesidad
de atribuirlas a canteras humanas. De hecho, numerosos científicos
enfatizan que las formas rectilíneas no son prueba de un diseño humano,
sino que corresponden a fracturas geométricas típicas de la roca en esa
región (El
misterio de Yonaguni: los científicos debaten si hay una Atlántida bajo el
mar de Japón - Infobae). Este conocimiento se ha conseguido gracias a
expediciones que combinaron observación directa de geólogos buceando
(examinaron in situ las texturas de las paredes, dureza de la roca, etc.)
con las mediciones y modelos mencionados.
- Indicios controversiales de posible
intervención humana:
A pesar de la fuerte evidencia geológica, los investigadores que apoyan el
origen artificial de Yonaguni también han recopilado sus propios hallazgos
intrigantes. El profesor Masaaki Kimura y su equipo, por ejemplo,
reportaron haber identificado en la superficie de las rocas ciertas marcas
lineales y surcos que interpretan como posibles señales de corte
deliberado, como si se hubiesen utilizado herramientas líticas para acabar
detalles de las estructuras. Asimismo, afirman haber hallado patrones
similares a símbolos o caracteres rudimentarios grabados en algunas
piedras, así como grandes rocas aisladas con formas que recuerdan a
animales (se mencionan una posible forma de tortuga y otra que asemeja una
cabeza humana) dispuestas cerca del monumento (Japan's
Ancient Underwater "Pyramid" Mystifies Scholars). Estos
serían indicios de que alguna cultura pudo haber modificado el lugar,
tallando esculturas y escrituras. También se ha cartografiado una
estructura adyacente apodada “la carretera” –un tramo alargado y plano
flanqueado por bordes rectos– que algunos sugieren podría ser un camino
empedrado antiguo, y un conjunto de piedras verticales conocidas como “los
pilares gemelos”. Hasta el momento, no se han hallado artefactos
claramente manufacturados (cerámica, herramientas, restos orgánicos)
asociados al sitio, lo cual dificulta la confirmación arqueológica. No
obstante, estos elementos atípicos alimentan la hipótesis de que al
menos ciertas partes de Yonaguni habrían sido retocadas por manos
humanas en la antigüedad. Vale mencionar que estos reclamos son objeto de
intenso debate: otros expertos que han buceado el lugar no concuerdan en
la interpretación y atribuyen esas mismas observaciones a procesos
naturales (por ejemplo, las supuestas inscripciones podrían ser simples
trazas de organismos marinos o mineralizaciones). La comunidad científica
en general se mantiene escéptica debido a la falta de pruebas
contundentes, pero continúan los análisis. Las prospecciones recientes han
tomado imágenes de ultra-alta resolución de las áreas con “marcas” para
examinarlas con más detalle, e incluso se ha sugerido realizar análisis
microscópicos o de química de superficie en muestras de roca para
distinguir un patrón de desgaste artificial del natural.
- Valor científico y patrimonial del
sitio: Más allá de
la discusión sobre su origen, Yonaguni ha proporcionado descubrimientos
valiosos en varios campos. Para la geología marina, representa un
laboratorio natural sobre cómo el nivel del mar y las fuerzas oceánicas
pueden dar forma a la costa rocosa: los estudios en Yonaguni han
demostrado que la erosión puede ocurrir más profundamente de lo que se
pensaba (evidencia de movimiento de rocas incluso a ~30 m, por acción de
corrientes fuertes) (HGM03-09),
desafiando algunas teorías previas sobre el límite de acción del oleaje.
En cuanto a metodología arqueológica, Yonaguni ha impulsado el desarrollo
de técnicas de documentación: las campañas de mapeo 3D en este sitio han
servido como ejemplo para aplicarlas en otros yacimientos sumergidos.
Incluso si resultase ser un fenómeno natural, el monumento se ha
convertido en patrimonio geológico y turístico; gracias a las
expediciones científicas, ahora existe información detallada que permite a
las autoridades locales gestionar mejor el buceo turístico en la zona,
protegiendo las formaciones de daños accidentales. Los científicos han
compartido modelos y mapas con la comunidad local para ayudar en la
preservación. Por otro lado, si en el futuro se encontrase evidencia
sólida de actividad humana, el valor patrimonial de Yonaguni se
multiplicaría al ser testimonio de una cultura prehistórica costera; por
ello las investigaciones no cesan, y cada inmersión trae la esperanza de
desenterrar nuevas pistas. En años recientes, el interés internacional
reflotó a través de documentales y artículos, lo que motivó nuevas
expediciones multidisciplinarias, algunas de las cuales combinan
arqueología, geología y biología marina (estudiando también la fauna y
flora submarina asociada al sitio). En conclusión, Yonaguni continúa
revelando información poco a poco: ya sea confirmando las poderosas
fuerzas de la naturaleza o insinuando capítulos desconocidos de la
historia humana, las tecnologías modernas de exploración nos están
acercando cada vez más a desentrañar el misterio bajo las olas.
Conclusión
Las inmersiones
científicas en Yonaguni ejemplifican la unión entre la aventura del buceo y el
rigor de la investigación moderna. Hoy en día, los investigadores se sumergen
equipados con cámaras de última generación, robots submarinos y sónars,
aplicando metodologías integrales que van desde la fotogrametría digital hasta
la toma de muestras geológicas in situ. Explorar las “ruinas” de Yonaguni
implica pasar por detalladas fases de planificación, documentación y análisis,
superando desafíos como las corrientes y la limitada permanencia bajo el agua.
Fruto de este esfuerzo, disponemos de mapas y modelos 3D detallados del
monumento submarino, y conocemos mejor tanto su morfología como los procesos
que podrían haberlo formado. Los hallazgos recientes inclinan la balanza hacia
una explicación natural –una maravilla geológica esculpida por la tierra y el
mar–, pero al mismo tiempo mantienen viva la fascinación por la posibilidad de
un origen humano remoto, dado lo singular del hallazgo. Enfoques divulgativos y
científicos convergen aquí: Yonaguni se ha convertido en un caso de estudio
donde la arqueología submarina y la geología marina avanzan de la
mano, mostrando cómo el avance tecnológico permite explorar los últimos
rincones inexplorados de nuestro planeta. Sea cual sea la verdad definitiva
tras esas formaciones silenciosas, las expediciones a Yonaguni seguirán
alimentando nuestra curiosidad, demostrando el ingenio con que la ciencia
moderna se sumerge (literalmente) en busca de respuestas en las profundidades.
5.
Similitudes y diferencias: comparando Yonaguni con Atlantis y Nan Madol
A lo largo de
la historia, muchas civilizaciones han dejado tras de sí estructuras
enigmáticas que alimentan tanto la investigación científica como la imaginación
colectiva. Entre ellas, pocas despiertan tanta fascinación como la ciudad
perdida de Atlántida —el arquetipo mítico de una civilización avanzada
destruida por un cataclismo— o el misterioso sitio de Nan Madol,
construido sobre un arrecife en medio del océano Pacífico. La comparación de
estos enclaves con las estructuras submarinas de Yonaguni permite
explorar similitudes arquitectónicas, contextos culturales y diferencias clave,
tanto en el plano físico como en el simbólico.
🧱 Yonaguni y Nan Madol: paralelismos y
contrastes arqueológicos
Nan Madol, situado frente a la isla de Pohnpei en
Micronesia, es un complejo arqueológico de islas artificiales conectadas por
canales. Construido entre los siglos XIII y XVI, está formado por más de 90
islotes hechos con enormes bloques de basalto colocados en una red de lagunas.
Las piedras apiladas de forma ordenada y monumental han llevado a llamarlo “la
Venecia del Pacífico”.
Similitudes
con Yonaguni:
- Ambas estructuras se encuentran en
el océano Pacífico occidental, relativamente cerca geográficamente (aunque
separadas por más de 3.000 km), y comparten un entorno cultural insular
ligado al mar.
- Ambas presentan bloques de
piedra de gran tamaño colocados o alineados de forma recta, dando una
impresión de monumentalidad que despierta comparaciones con la
arquitectura ciclópea.
- En ambos casos, la interpretación
de su origen genera debate. Mientras que Nan Madol es aceptado como
construcción humana, aún se desconocen muchos detalles sobre cómo se
construyó. En Yonaguni, la discusión se centra en si las formas son
naturales o artificiales.
Diferencias
claras:
- Nan Madol está parcialmente
emergido y fue claramente habitado. Hay restos de tumbas, utensilios y
estructuras internas. Yonaguni, en cambio, está totalmente sumergido y no
se han hallado restos culturales asociados.
- El estilo de construcción en Nan
Madol —columnas de basalto apiladas— es muy distinto al de las estructuras
de Yonaguni, más asociadas a cortes en la roca madre y formaciones en
terrazas.
- Nan Madol tiene una cronología
precisa dentro de la historia de Micronesia, mientras que Yonaguni no
puede datarse directamente, y si fuese artificial, pertenecería a una
época muchísimo más remota.
🌊 Yonaguni y la Atlántida: mito frente a
posibilidad
La Atlántida, descrita por Platón en el siglo IV
a.C., es una ciudad legendaria supuestamente sumergida tras un gran cataclismo.
Aunque la mayoría de los historiadores coinciden en que se trata de una
alegoría filosófica, el mito ha inspirado innumerables teorías sobre
civilizaciones perdidas bajo el mar.
Similitudes
sugeridas:
- Como en el relato de Platón,
Yonaguni despierta la idea de una cultura avanzada desaparecida
tras un evento catastrófico (como la subida del nivel del mar al final de
la última glaciación).
- Algunas personas han sugerido que
Yonaguni podría formar parte de una "Atlántida del Pacífico",
al tratarse de una supuesta construcción sumergida, ubicada en una región
del mundo con pocas ruinas monumentales conocidas de época tan antigua.
Diferencias
fundamentales:
- Atlántida es un concepto puramente
mítico, sin pruebas físicas concluyentes. Yonaguni, por el contrario, existe
físicamente y puede observarse, medirse y estudiarse con rigor.
- La Atlántida se describe como una
ciudad circular, con canales concéntricos y alta sofisticación
arquitectónica; Yonaguni no presenta esa disposición ni artefactos que
evidencien una planificación urbana compleja.
- A diferencia de Atlantis, que
supuestamente se hundió en un solo día y noche por castigo divino,
Yonaguni, si fue alguna vez terrestre, fue sumergido lentamente por
el ascenso del nivel del mar hace unos 10.000 años.
🧭 Comparación final: entre realidad
arqueológica y mito inspirador
|
Característica |
Yonaguni |
Nan Madol |
Atlántida |
|
Ubicación |
Japón
(submarino) |
Micronesia
(emergido) |
¿Atlántico?
(mitológico) |
|
Estado actual |
Sumergido
(5–25 m) |
Parcialmente
emergido |
Desaparecida
(sin ubicación real) |
|
Origen |
Discutido
(natural o humano) |
Confirmado
humano |
Mito griego
(sin pruebas físicas) |
|
Datación
estimada |
Desconocida |
Siglo
XIII–XVI |
¿Más de 9.000
años a.C.? |
|
Evidencia de
ocupación |
Ninguna
hallada |
Sí: tumbas,
utensilios |
No verificada |
|
Estilo
estructural |
Terrazas y
escalones en roca |
Bloques de
basalto apilados |
Canales
concéntricos (teóricos) |
La comparación
entre Yonaguni, Nan Madol y la Atlántida nos permite entender cómo distintos
tipos de estructuras —reales, legendarias o debatidas— cumplen un rol clave en
la búsqueda del pasado perdido de la humanidad. Nan Madol representa el
testimonio tangible de una cultura insular avanzada. La Atlántida, una
advertencia filosófica convertida en símbolo universal de civilizaciones
desaparecidas. Yonaguni, en cambio, se sitúa en el límite: es real,
visible y desconcertante, pero aún sin consenso sobre su origen.
En este cruce
entre arqueología y mito, las estructuras de Yonaguni funcionan como un espejo
donde la ciencia se encuentra con la imaginación. Y quizá sea precisamente esa
ambigüedad la que las hace tan irresistibles.
6. Teorías
alternativas: el eco de una civilización perdida bajo el mar
Desde su
descubrimiento en 1986, las estructuras submarinas de Yonaguni han sido el
epicentro de una tormenta de teorías. Mientras buena parte de la comunidad
científica las interpreta como formaciones naturales, otros investigadores,
independientes o alternativos, proponen que podrían ser los restos de una
civilización avanzada desconocida, hundida miles de años antes del inicio de la
historia registrada. Estas teorías, a menudo ignoradas por la arqueología
oficial, ofrecen una visión distinta del pasado humano, pero también plantean
preguntas estimulantes: ¿y si parte de nuestra historia estuviera enterrada
bajo el mar, aún sin descubrir?
🛕 La hipótesis de una civilización
prehistórica avanzada
Una de las
teorías más discutidas sostiene que Yonaguni fue construida por una
civilización anterior a la última glaciación, cuando el nivel del mar
estaba entre 100 y 120 metros más bajo que hoy. Esta línea de pensamiento
sugiere que hace más de 10.000 años existían sociedades con conocimientos de
arquitectura, astronomía y organización social suficientes para levantar estructuras
monumentales como la que yace frente a Yonaguni.
El principal
defensor de esta visión es el geólogo japonés Masaaki Kimura, quien ha
estudiado el sitio durante décadas. Según Kimura, la precisión de los ángulos
rectos, la aparente presencia de escaleras, caminos y figuras simbólicas (como
una supuesta “cara” tallada en la roca), indican una intervención humana. A
partir de ello, propone que Yonaguni formaba parte de una metrópolis mayor,
ahora sumergida, que podría haber sido un centro cultural en Asia oriental hace
más de 12.000 años.
Este
planteamiento sugiere un paralelismo con los mitos de civilizaciones
sumergidas, como la Atlántida o Mu, y postula que la historia de la
humanidad podría ser más antigua y compleja de lo que se acepta oficialmente.
📐 Indicios interpretados como
artificiales
Entre los
argumentos que los defensores de la teoría artificial utilizan, se destacan:
- La forma geométrica de terrazas,
escalinatas y ángulos rectos.
- Supuestas marcas o grabados en la
roca, interpretadas como inscripciones o símbolos.
- El alineamiento de algunas
estructuras con puntos cardinales o eventos astronómicos.
- Presencia de figuras pétreas que
recuerdan a animales (como una tortuga o un rostro humano).
- Similitud con ruinas ciclópeas de
culturas posteriores, como las de los Andes o del Mediterráneo.
Si bien ninguna
de estas evidencias ha sido aceptada como concluyente por la mayoría de los
científicos, la combinación de todas ellas mantiene viva la hipótesis de una
civilización perdida.
🧠 Teorías más radicales: civilizaciones
desaparecidas y conocimiento olvidado
Algunos
teóricos van aún más lejos y relacionan Yonaguni con:
- La civilización de Lemuria o Mu, un continente hipotético
sumergido en el Pacífico, del que hablaron esotéricos del siglo XIX y XX.
Según estos relatos, Yonaguni sería uno de sus últimos vestigios visibles.
- Visitantes de otros mundos o
culturas no humanas,
que habrían dejado construcciones fuera del alcance tecnológico de las
civilizaciones prehistóricas conocidas.
- Un conocimiento universal perdido, como un legado olvidado de una
humanidad anterior que dominaba ciencias avanzadas (al estilo de las
teorías del “Gran Diluvio” en muchas culturas).
Estas
propuestas, aunque fascinantes desde un punto de vista narrativo, carecen de
respaldo empírico verificable y son rechazadas por la arqueología académica. No
obstante, su persistencia revela algo importante: una profunda necesidad humana
de encontrar sentido a los vacíos de nuestra historia.
⚖️ Críticas y reflexiones sobre estas teorías
Los críticos de
estas ideas argumentan que:
- Las formas geométricas pueden
generarse por fractura natural de la roca (como ocurre en columnas
basálticas o acantilados en estratos).
- No hay artefactos, restos humanos
ni materiales culturales asociados al sitio.
- El deseo de encontrar
civilizaciones perdidas puede nublar el juicio científico y fomentar la
pseudociencia.
Sin embargo,
incluso los críticos más duros reconocen que el misterio de Yonaguni no está
completamente resuelto, y que más investigación, con tecnología avanzada y
colaboración interdisciplinar, podría arrojar nueva luz sobre su naturaleza.
Resumen
general: Yonaguni, el umbral entre lo conocido y lo desconocido
La ciudad
submarina de Yonaguni representa uno de los enigmas más fascinantes del mundo
moderno. Sumergida frente a las costas del archipiélago de Okinawa, esta
estructura —con sus escalones colosales, terrazas rectilíneas y relieves que
evocan arquitectura antigua— ha capturado la atención de científicos,
exploradores y soñadores desde su hallazgo. ¿Es obra de la naturaleza o
testimonio de una civilización perdida bajo las aguas?
A lo largo de
este trabajo hemos recorrido las múltiples dimensiones del misterio. Desde la
historia de su descubrimiento hasta las teorías geológicas que explican sus
formas, pasando por los argumentos de quienes ven en Yonaguni una estructura
artificial milenaria, hemos explorado un territorio donde la ciencia y el mito
se tocan.
Las
investigaciones modernas, apoyadas en tecnología punta como la fotogrametría
3D, el sonar multihaz y los vehículos submarinos, han permitido mapear la
formación con una precisión sin precedentes. Los análisis geológicos sugieren
que la roca se fracturó de forma natural, modelada por fuerzas tectónicas y la
erosión marina. Sin embargo, ciertos detalles siguen dejando espacio a la duda
razonable, alimentando teorías alternativas que la vinculan con civilizaciones
desaparecidas o con tradiciones orales que hablan de reinos sumergidos.
La comparación
con otros enclaves como Nan Madol o la Atlántida sitúa a Yonaguni
en un lugar intermedio entre la arqueología tangible y el símbolo universal de
lo perdido. A diferencia de muchos mitos, Yonaguni es real: puede bucearse,
medirse, documentarse. Y precisamente por eso, nos confronta con los límites
del conocimiento.
En última
instancia, el valor de Yonaguni no reside solo en su origen —aún incierto— sino
en su capacidad para estimular preguntas profundas sobre la historia de la
humanidad, la interpretación de las evidencias, y el papel de la imaginación
científica. Es un lugar donde el pasado aún no ha dicho su última palabra.

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